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Magia e ilusionismo en el antiguo Egipto

Feb 2015

Publicado en Más Allá de la Ciencia 

El poder de la magia sigue vivo en el Egipto moderno. A pesar de que el país de los faraones vive inmerso en una sociedad musulmana aparentemente reacia a este tipo de fenómenos, los magos proliferan, hoy al igual que ayer, por las calles de las modernas ciudades y aldeas del Valle del Nilo. Una reminiscencia más de los tiempos lejanos…
«Hoy día los magos viven en barrios muy humildes de El Cairo -afirma Gamil Abd Elaziz, médico naturista egipcio-. Su trabajo está orientado tanto a lo que es la magia blanca como al curanderismo más clásico, pero no especulan con su profesión como hacéis vosotros; reciben a sus pacientes en casa y tras escuchar el problema de la persona afectada deciden por qué camino orientarse.» El tono de Elaziz es tan tajante que me llega a incomodar.
Elaziz no ha estudiado en ninguna escuela ni en ninguna facultad de medicina. Simplemente ha aprendido su profesión recuperando la antigua tradición mágica de la época faraónica.
Cuando le pregunto sobre qué clase de remedios antiguos se siguen empleando en la actualidad, guarda silencio. Seguro que en ese momento piensa que soy un vulgar occidental que solamente está interesado en el resultado final sin pretender saborear las delicias que pueden descubrirse en el camino que nos lleva hacia esa conclusión. Guardando un rictus implacable continúa con lo que estaba diciendo sin hacerme el más mínimo caso. «Una vez diagnosticado el problema, el mago proporciona los ingredientes necesarios de la receta y se limita a cobrar la voluntad. Al contrario que allí -vuelve a disparar-, esta «voluntad» no consiste en un cestillo en la puerta donde el paciente deposita su donativo. En Egipto, al ser muy humildes las personas que acuden a lo magos, normalmente se entregan alimentos, prendas o trabajos de artesanía, más asequibles para este colectivo y de un valor mucho mayor que cualquier cantidad de dinero».

El nacimiento de la magia

Ellos lo ven como algo totalmente natural. Pero no deja de ser insólito que los principios básicos de esa magia y de esa medicina (es prácticamente imposible distinguir una de la otra) hundan sus raíces en una tradición que tiene más de 5.000 años. Los antiguos egipcios magia04_nacho-aresempleaban el término heka para referirse a la magia. Con esta palabra designaban a las fuerzas divinas que estaban detrás de todos los seres y objetos que formaban su entorno natural.
Para defenderse o beneficiarse de esa heka los antiguos egipcios empleaban amuletos ritualizados. El Ojo de Horus, el nudo Tiet de la diosa Isis, el escarabajo sagrado Kheper o el Pilar Djed de Osiris fueron algunos de los más usados por los antiguos egipcios de a pie, empleados normalmente en situaciones adversas similares a lo que hoy llamamos mal de ojo.
Los textos desempeñaban también un papel muy importante dentro de la magia. Bastaba beber el agua en la que se había disuelto la tinta de una fórmula mágica o que había sido derramada sobre una estela con un texto protector, para quedar resguardado de cualquier mal. Además, al igual que hacemos hoy escribiendo nuestros deseos en pequeños papeles y arrojándolos a fuentes o pozos “mágicos” los antiguos egipcios realizaban preguntas o pedían deseos escribiéndolos en papiro y depositándolos ante la estatua del dios. Pero los textos mágicos más insólitos que nos han llegado hasta nosotros son los llamados textos de execración. Grabados normalmente sobre figuras de barro que representaban a los enemigos del país o a la persona que se quisiera contraatacar por medio de la magia, acaban arrojándose contra la pared. Rotos en mil pedazos, los egipcios pensaban que de esta manera también acababan con el poder de su contrincante. En otras ocasiones, como vemos en la imagen de la izquierda del ataúd de Iker, descubierto por el proyecto Djehuty en Dra Abu el-Naga, los textos animados eran decapitados para evitar que, en este caso las serpientes, dañaran al difunto.
Si bien es cierto que la figura de la diosa Isis, la esposa de Osiris, es el principal baluarte de la magia en el antiguo Egipto, la tradición faraónica siempre vio en el inigualable Imhotep a la persona capaz de sintetizar y manipular las fuerzas de la naturaleza. Según afirma el egiptólogo francés François Daumas (Les dieux de l’Egypte, Paris 1965), podemos ver en las milenarias crónicas egipcias que este sabio, que vivió durante el reinado del faraón Zoser hacia el 2600 a.C., fue un verdadero observador del entorno natural del Valle del Nilo. La leyenda relata que Imhotep fue instruido en sus ciencias y en su magia por un ibis, el pájaro sagrado de los antiguos egipcios que ellos identificaban con el dios de la sabiduría, Thot. Daumas señala que en cierta ocasión, Imhotep se percató de la presencia de uno de estos pájaros. Le llamó la atención que hiciera su vida alejado del resto del grupo. Tras analizar sus excrementos, el sabio egipcio se dio cuenta de que el animal estaba enfermo. La forma que tuvo de sanar fue de lo más sencillo: Simplemente bebió agua del Nilo.
Imhotep tomó buena nota de las enseñanzas de Thot y añadiendo al agua algunas resinas fue capaz de curar a personas que padecían diferentes problemas en el estómago. La leyenda dice que esta sencilla lavativa o enema, dio pie a que Imhotep siguiera investigando los diferentes recursos que la naturaleza podía proporcionarle por medio de la medicina natural o la magia, para curar a sus pacientes.

Ilusionismo hace 5.000 años

Todos los libros de historia de la magia mencionan en sus primeras páginas un hecho relatado en un papiro egipcio del Imperio Medio, elmagia03_nacho-ares papiro Westcar. Se trata del encuentro de Keops (2450 a.C.), el mismo a quien se le atribuye la construcción de la Gran Pirámide, con un extraño anciano. Según reza ese antiguo documento, «Djedi que vive en Djed-Snefru [probablemente Dashur, a unos 25 kilómetros al sur de Gizéh], fue un hombre de ciento diez años, que comía al día quinientos panes, medio buey y más de cien jarras de cerveza. «Puede unir una cabeza cortada. Puede hacer que un león camine detrás de él, con la correa suelta arrastrando por el suelo. Y sabe el número de las cámaras secretas del santuario de Thot».
Ante el faraón fue capaz de realizar este tipo de prodigios como el de unir la cabeza de una oca decapitada en el otro extremo de la habitación. Este tipo de trucos, según las investigaciones más modernas, son fácilmente realizables por cualquier ilusionista. Sin embargo, en el Egipto moderno siguen creyendo que realmente Djedi tenía una serie de poderes mágicos y que se ayudaba de fuerzas extrañas para realizar sus «prodigios».
Algo parecido sucede en una pintura de la tumba de Baket III en Beni Hassan, fechada en el Imperio Medio, hacia el 2000 a. C. Se trata del magia05_nacho-aresdibujo de dos individuos que manipulan una serie de cubiletes (?). La interpretación que se hace del texto que le acompaña parece dar a entender que bajo uno de los cubiletes va a aparecer por arte de magia un objeto que antes no se encontraba allí. Es decir, nos podríamos encontrar ante la versión más antigua de los modernos trileros, hace más de 4.000 años.

La tradición continúa hoy

Especialmente en los focos rurales alejados de los grandes centros urbanos, podemos encontrar todavía el regusto de la antigua magia egipcia. Allí podemos descubrir aún a los encantadores de serpientes, auténticos magos que han sabido perpetuar la milenaria tradición faraónica. No es extraño ver cómo estos sujetos conviven con serpientes venenosas cuya obediencia sorprende al testigo más comedido. Pero lo que más sorprende es el mutuo respeto que se profesan el reino animal y este tipo de magos.
La egiptóloga Christiane Desroches-Noblecourt comenta en su libro Las ruinas de Nubia (Destino, Barcelona 1997) una anécdota que demuestra lo poco que ha cambiado el «paisaje mágico» del Nilo. Corría la década de los veinte y la protagonista fue la antropóloga también francesa Françoise Bruyère, esposa del extraordinario Bernard Bruyère, arqueólogo que sacó a la luz entre 1922 y 1940 la mayor parte de los secretos de la aldea de los obreros de las tumbas del Valle de los Reyes, en Deir el Medina. El suceso ocurrió a última hora de la tarde, en el patio de la casa de un egipcio de esta aldea cercana a Luxor. Allí, una cobra hembra salió de su escondrijo como hacía siempre para beber leche de un cuenco que se encontraba junto a una de las esquinas del recinto. Tras regresar a su escondrijo, e igual que hacía siempre, el hijo de la familia fue al mismo cuenco a beber de la misma leche. En esta ocasión no pudo hacerlo porque en pocos segundos la serpiente macho salió de su agujero hacia el cuenco para derramar la leche, impidiendo así que el niño bebiera. A continuación, la serpiente macho volvió a su refugio y acabó con la vida de su compañera para, después, marchar a la montaña a buscar una nueva hembra.
Bruyère, aunque sorprendida, no tardó en percatarse de lo sucedido. La cobra hembra había dejado veneno en la leche. El macho, sabedor de lo ocurrido, impidió que el niño se envenenara. No había tenido tiempo de adiestrar a su nueva hembra por lo que decidió acabar con ella e ir a buscar una nueva, más prudente, en la montaña.

Magia musulmana

Pero, ¿qué queda hoy de la antigua magia faraónica? A pesar del salto brutal que supuso el cambio de cultura tras la llegada de los árabes a Egipto en el año 639, sus habitantes han sabido conservar hasta la actualidad algunas de las creencias mágicas más milenarias. Es curioso: pese a que el Islam es reacio a la creencia desaforada en espíritus y otras supersticiones, de alguna manera los egipcios han sabido transformar su nueva cultura en el marco idóneo para este tipo de credo mágico.
El cronista árabe medieval Al Bakri hablaba de que en la zona meridional del oasis de Jarga podían encontrarse regiones desérticas que recibían el nombre de islas, al ser pequeños focos de vegetación dentro de un gigantesco mar de arena. En estas islas crecían numerosas palmeras datileras y fuentes de agua natural en las que vivían humanos de tamaño reducido, una especie de duendes o gnomos a la egipcia. magia02_nacho-aresAdemás, en las islas podían escucharse día y noche el susurro de los djinas (espíritus o demonios). Bakri señala que solamente la magia poderosa de un gran mago es capaz de contrarrestar las fuerzas de esos demonios, lo que convierte estos lugares en sitios muy peligrosos a los que no se acerca absolutamente nadie.
También del Islam proceden las sanaciones que emplean la lectura de versos del Corán. Como ellos abominan de cualquier imagen de Alá o de sus profetas y santones, sus curaciones milagrosas (mágicas) vienen precedidas de la lectura de una serie de pasajes concretos de su libro sagrado.
No deja de ser curioso que este tipo de milagros no sean considerados tales, sino que se justifican más desde el punto de vista de la magia que por la presencia de Dios. Algunos magos rurales son muy conocidos por haber realizado prodigios similares al de la multiplicación de los panes y los peces atribuida a Jesús y que se narra en nuestro Nuevo Testamento (Mateo 14, 17).
También los coptos, los cristianos egipcios de tradición ortodoxa, un 10% de la población del país, llevan a cabo rituales similares. En esta ocasión, al igual que Occidente, recurren para la realización de curaciones milagrosas la presencia de sacerdotes o figuras de grandes santos ligados a la tradición egipcia como San Jorge, Santa Catalina o Santa Bárbara..
En pleno siglo XXI parece increíble que todavía haya gente que confunda el ilusionismo televisivo con la poderosa magia de la diosa Isis. Pero en Egipto todo es posible. No es extraño encontrarse con cairotas que a pesar de su elevado nivel cultural y su formación universitaria critican, por ejemplo, al mago estadounidense David Copperfield por «hacer un uso indebido de la magia», según los preceptos del Corán. Para estos egipcios modernos, hacer desaparecer la Estatua de la Libertad o cruzar la Muralla China no es ilusionismo sino emplear la magia ayudándose de sus «poderes» para entretener a la gente, circunstancia que el Corán persigue sin miramientos (sic).
En este sentido, hay una anécdota muy curiosa que sucedió con otro mago, en esta ocasión egipcio, a mediados de la década de los 60. Mustafá era muy conocido por sus espectaculares apariciones en la televisión egipcia, realizando inocentes juegos de ilusionismo como hacer aparecer y desaparecer pequeños objetos. Sin embargo, el fin de su carrera se precipitó cuando llegó una orden gubernamental que prohibió su aparición en la televisión así como el mandato de la destrucción inmediata de todas las cintas en donde estuvieran registradas sus apariciones. La razón no era otra que la gente empezaba a ver con simpatía el poder dejar de trabajar ya que con la «magia» podría conseguirse casi conseguir cualquier cosa. Lo peor de todo es que incluso las autoridades se creyeron que lo que hacía Mustafá no era ilusionismo sino «verdadera» magia.

Magos inspirados en Egipto

No quiero acabar este viaje por la magia en Egipto sin dejar de mencionar, al menos someramente, la influencia que la cultura faraónica ha tenido en el mundo del ilusionismo. Las historias sobre la magia egipcia y el insólito comportamiento de algunos habitantes del Valle del Nilo con los animales que allí habitaban, no tardaron en disparar la imaginación y la fantasía de algunos cronistas de fines del XIX y comienzos del siglo XX. Basándose en hechos de este tipo, ilusionistas europeos modernos como Harry Blakstone, Howard Thurston o el inefable Maskelyne, auténticos maestros del ilusionismo de la primera mitad del siglo XX, adaptaron el estilo faraónico a algunos de sus espectáculos, empleando en ello viejos trucos de los antiguos egipcios.
Misteriosas esfinges, peligrosas cobras que obedecían las órdenes de sus amos, o cuerdas que se mantenían en el aire por arte de magia, fueron algunos de los ingredientes que emplearon estos magos en sus espectáculos. Algunos de ellos, como el famoso Mysteries de los Maskelyne, supieron arrancar los mejores aplausos a su paso por el impresionante Egyptian Hall, hoy desaparecido, de la calle Picadilly en Londres. En esta galería puedes ver algunos de los carteles de los grandes magos inspirados en Egipto. Además puedes escuchar los dos programas que hemos dedicado en SER Historia junto a Jorge Blass sobre la historia de la magia y los grandes magos del XIX.

© Nacho Ares 2015

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