Fragmento adaptado del libro Egipto el Oculto, Corona Borealis, Madrid 1998
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¿Cómo iluminaban los artistas los interiores de las tumbas durante su decoración pictórica? Esta pregunta, aparentemente sin sentido, ha originado innumerables discusiones con respuestas para todos los gustos y ha imbuido a esta cultura, una vez más, en un mundo de tinieblas.
Al resultar lógico intentar buscar una respuesta natural al problema, primero se pensó en las tradicionales antorchas, teas, o simplemente el fuego. Este elemento, casi tan antiguo como el hombre, le ha servido de luz desde sus primeros pasos en el mundo cavernario. A pesar de ello, las contradicciones para el caso que nos atañe sus numerosas. Si bien está demostrada arqueológicamente su utilización en interiores domésticos, casas, palacios y templos, no se puede constatar su uso para el alumbrado del interior de los sepulcros y mucho menos durante la decoración de los mismos. La razón es simple y llana: no se han encontrado restos de hollín o algo que se le parezca, ni en las techumbres ni en las paredes de las tumbas.
Otra posibilidad planteada por algunos investigadores es el uso de espejos como medio refractante para obtener luz solar en el interior de las tumbas. La colocación en lugares estratégicos del sepulcro de espejos fabricados con plata muy pulida, podría realizar una conexión solar desde el exterior de la tumba hasta las cámaras interiores. Los inconvenientes que plantea esta teoría son demasiado complicados como para tenerla en cuenta. El hecho de que el sol no permanezca quieto toda una jornada de trabajo, obligaría a girar constantemente los espejos siguiendo el foco inicial de luz y añadiendo nuevos espejos según se desplazara por la pared trabajada: mortificante tarea para cualquier obrero. Este método resultaría factible para las salas más inmediatas a la entrada de la tumba. Hoy día pagando unas monedas al portero de cualquiera de ellas, te pueden mostrar las pinturas de las primeras salas con este método, en un auténtico espectáculo de luz. Sin embargo, cuando te introduces un poco en el interior de la tumba es imposible ver algo.
Algunos ejemplos de lámparas de aceite
En la tumba de Tutankhamón, descubierta en 1922 por el inglés Howard Carter bajo el mecenazgo de Lord Carnarvon, se hallaron lámparas de aceite. La finalidad de los instrumentos hallados en la tumba del llamado Faraón Niño, se acerca más a lo ritual y doméstico, que a la practicidad forzosa en el trabajo de una tumba.
Las lámparas encontradas en la tumba de Tutankhamón son de dos tipos. Algunos de estos ejemplos tienen la forma de un recipiente convencional en donde se debía echar aceite. Estas lámparas fueron destinadas seguramente a alumbrar de forma tenue los interiores de los aposentos reales, creando un ambiente cálido y agradable. En algunas de ellas se grabaron decorativos dibujos en el interior del vaso con escenas de la vida cotidiana de la familia real, que al encender la lámpara, en el trasluz de la llama, creaban un efecto pintoresco y llamativo en el alabastro.
Los otros ejemplos no eran más que una simple mecha, aunque gruesa, unida a un símbolo ankh, es decir «vida». En este último caso la finalidad religiosa parece evidente al vincular la propia forma de la lámpara con la luz de la vida en un Más Allá después de su paso por la tierra. No obstante, ninguno de estos tipos de lámparas fue utilizado para la ejecución de las pinturas parietales: el humo que desprende la combustión de los aceites utilizados hubiera manchado las pinturas de forma irreparable.
Los textos egipcios hablan de lámparas
Resulta más fácil conocer la forma utilizada por los egipcios para iluminarse en la decoración de sus tumbas, si les preguntamos a ellos mismos. El Valle de los Reyesen Tebas, última morada para los faraones de la XVIII y XIX dinastía, fue excavado, diseñado y decorado por una serie de artistas que vivían en un poblado edificado junto al propio valle, con el fin de evitar pérdidas de tiempo en los traslados hasta la cercana capital, Tebas. Los artistas de Deir el Medina, nombre que tenía este poblado, vivían junto a sus familias en casas de adobe mantenidas con el salario que el faraón les otorgaba cada semana de trabajo. Ellos mismos, durante los días de descanso, fabricaban sus propias tumbas en una serie de riscos concedidos por el propio rey para tal fin. Un ejemplo muy popular lo tenemos en la tumba de Senedjem, junto a la propia ciudad, cuya pintura de Anubis agachado sobre un sarcófago, no debe faltar en cualquier libro de arte egipcio que se precie.
La documentación conservada sobre esta ciudad es abundante y contiene, entre otras curiosidades, el primer testimonio de huelga de la historia. No obstante, el apartado que nos interesa aquí son los documentos conservados que hacen referencia a la contabilidad diaria de todo el instrumental utilizado cada jornada de trabajo en la construcción y decoración de las tumba de los reyes. En estos documentos se hace especial hincapié en la necesidad de llevar a cabo una contabilidad rigurosa de las «lámparas»utilizadas diariamente en el trabajo. El sentido plural del término hace entender que eran varias las que se gastaban en un día y la estricta contabilidad de las mismas, llevada minuciosamente por los escribas y los oficiales, parece indicar que estas lámparas no eran algo corriente sino que debieron de tener un carácter precioso. ¿Cuál era la energía utilizada por estas sorprendentes lámparas de los antiguos egipcios, que no dejaba huellas después de su uso?
El campo de la filología nos puede aportar algunos detalles de interés. El término egipcio tkA (teka) hacía referencia a lo que hoy entenderíamos por «antorcha» o «candil». También encontramos testimonios en donde el término adopta el sentido de «llama» o el verbo «iluminar». El determinante xt (jet) «brasero», representa de una forma muy estilizada una especie de llama alargada que sale de una pequeña lamparita o farol. De esta manera, deducimos que los egipcios usaban el fuego como luz ordinaria en su vida doméstica, tal y como demuestran las excavaciones arqueológicas. Pero ¿qué clase de lámpara empleaba una energía tan pura que no dejaba restos de combustión ni en techos ni en paredes? Actualmente, la Egiptología moderna lo ignora.
Hay investigadores que han apuntado la utilización de un aceite especial muy puro (¿grasa de caballo?) como energía de combustión, que apenas dejara hollín cuando fuera quemado. De esta manera, si añadimos a la lámpara una especie de caperuza, ésta podría recoger el poco hollín que soltara la combustión del aceite y así pintar perfectamente los interiores de las tumbas sin dejar marcas en el dibujo.
«Pilas» en la Antigüedad
En el Museo Nacional de Bagdad o lo que quede de él después de la Guerra del Golfo, se conserva, o conservaba, un artilugio descubierto por el arqueólogo alemán Wilhelm König en un poblado parto cerca de la capital irakí. En un primer momento fue interpretado como un «típico elemento votivo». El objeto estaba compuesto por una jarrilla de terracota de 18 centímetros, un cilindro de cobre de unos 15 centímetros, y una barra de hierro oxidada que presentaba restos de plomo y betún. König tuvo la sospecha de encontrarse ante una pila eléctrica muy rudimentaria. Ene efecto, reconstruyendo los componentes de aquel extraño jarrón y llenando el contenedor con una solución ácida o alcalina se obtenía un elemento galvánico.
En una visita casual al museo del ingeniero-electricista estadounidense Willard F. M. Gray, este artilugio llamó su atención. Para él se trataba de ¡una pila eléctrica muy rudimentaria! Los experimentos que se realizaron con posterioridad a tan importante descubrimiento dieron la razón a Gray. Reconstruyó una réplica exacta de la pila de Bagdad y utilizando un líquido alcalino que pudieran haber conocido los antiguos -zumo de naranja-, consiguió producir una pequeña corriente eléctrica, de muy bajo voltaje. De esta manera se demostró que este objeto al igual que otros similares descubiertos en Seleucia y en Ctesifonte eran, nada más y nada menos, que pilas eléctricas.
Es muy probable que los propios usuarios de estos métodos, desconocieran o no comprendieran el funcionamiento de las leyes de la electricidad. Su descubrimiento pudo ser, más bien, producto de la casualidad que de una tarea empírica y su funcionamiento pudo tener un carácter mágico.
La razón más plausible de estas pilas bien pudo ser la falsificación de joyas de oro mediante la electrólisis (descomposición química de ciertas sustancias por efecto de una corriente eléctrica). Un baño electrolítico de la pieza que se deseaba falsificar generaba una envoltura dorada muy similar al oro, dando lugar a una falsificación casi perfecta. El hallazgo de joyas en Mesopotamia y de pequeñas figuras en Egipto, cuya elaboración solamente puede haber sido lograda con este método, demostraron finalmente la exactitud y veracidad de estas pilas.
Los relieves de Dendera
Para la cultura que nos reúne, Egipto, se conservan algunos ejemplos que han suscitado intrigas entre los investigadores. El célebre templo de Dendera, consagrado a la diosa Hathor, cuyo complejo actual pertenece a la época ptolemaica, aunque ha sido reconstruido paulatinamente sobre sus primigenios cimientos, conserva en sus paredes algunos de estos ejemplos. En la cripta del templo aparecen unos extraños relieves que la arqueología más ortodoxa ha interpretado como un símbolo de la creación. Pero, la singularidad de esta pieza dentro de la amplísima iconografía egipcia ha originado que algunos investigadores como el austriaco Peter Krassa los identifiquen con bombillas, pudiendo ser la solución a la enigmática iluminación de interiores.
Las imágenes esculpidas sobre la pared muestran dos individuos enfrentados. Cada uno de ellos carga con una especie de «berenjena gigante», (¿cristal de vacío?), en cuyo interior fluctúa una serpiente (¿filamento?), que nace de una flor de loto (¿casquillo?). Uno de los tallos (¿cables?) va a dar a una caja (¿batería?). La «berenjena» de la derecha reposa sobre un pilar Dd («lled»), símbolo de la estabilidad-fuerza, y la de la izquierda sobre un hombrecillo con un disco sobre la cabeza. Bajo las dos «berenjenas» hay sendas figuras arrodilladas tocadas con el gorro khat y que portan una especie de plato en la mano. Del pilar Dd salen dos brazos, en forma de ka («ka»), que sujetan la «berenjena».
A todo este galimatías arqueológico hay que añadir los problemas suscitados por la escasa ayuda que puede prestar la filología, ya que los textos que rodean los relieves están escritos en un jeroglífico, según Peter Krassa, atípico y muy difícil de traducir. Aunque el propio Krassa afirme que «la interpretación de los jeroglíficos de Dendera sobre los misteriosos relieves de las bombillas no ha sido aún posible por la sencilla razón de que el tipo de grafía empleado es mucho más antiguo que el lenguaje que hoy podemos descifrar gracias al descubrimiento en su día de la piedra de Rosetta«, debemos ser más cautos. Los textos del templo de Dendera están de sobra traducidos y publicados.
En otro lugar del mismo templo de Dendera se repiten las mencionadas bombillas pero con la particularidad de que, en esta ocasión, son vigiladas por unos babuinos. Lo característico de estos relieves es que conservan parte de la policromía, hecho que ha llevado al error más absurdo a algunos investigadores. Estos monos, según la opinión de Manuel Delgado, llevan en las manos una especie de guantes azules para protegerse del contacto de estas «berenjenas-bombillas».
El babuino, que es el mono que aquí aparece representado, se caracteriza por poseer el cuerpo cubierto de abundante pelo a excepción de las extremidades inferiores y superiores, en donde el pelaje no sobresale en volumen. Los egipcios solían pintar estos animales de una forma bicolor, es decir, las patas de color gris o azul y el pelaje del cuerpo de un tono gris más oscuro con unas pequeñas pintas de color negro, tal y como podemos ver en la cámara funeraria de la tumba de Tutankhamón. Con ello se deduce a simple vista que lo que se ha venido identificando con «guantes» de color azul, un accesorio indispensable para protegerse de los peligrosos rayos que genera la susodicha «berenjena», no es más que la propia tonalidad de los brazos del animal. De otro modo, el mismo color azul que aparece en las patas traseras del animal, se podría identificar con un pantalón al más puro estilo texano.
Explicación de las «bombillas»
Existen varios jeroglíficos, utilizados en la escritura por los antiguos egipcios en época ptolemaica, que representan de una manera idéntica los esquemas que aparecen en las paredes de Dendera. El primero de ellos está formado por una serpiente insertada dentro de una burbuja, probablemente una serpiente ante una estela, y que reposa sobre un pedestal. Una variante de este ideograma es el que tiene en la parte inferior en vez de un pedestal, el jeroglífico utilizado para indicar poblado o ciudad (niwt, «niut»). No hemos encontrado en los repertorios con los que hemos trabajado, algún ejemplo en donde aparezca una flor de loto con su tallo o cable, que pueda ser identificado más directamente con los relieves de Dendera. En el segundo de los jeroglíficos, al usar el determinante para ciudad, se puede entrever un cierto sentido espacial en el término, si es que no hace referencia a un emplazamiento determinado.
La solución para este problema es para los egiptólogos más sencilla de lo que parece. El sonido de este jeroglífico en época ptolemaica es itrt («iteret»), literalmente «capilla», «nicho para una estatua», o «caja para introducir ushebtis». Este jeroglífico en egipcio clásico -la lengua escrita durante el Imperio Medio y parte del Nuevo- poseía un determinante diferente si la capilla era identificada con el Alto o el Bajo Egipto.
Pero para el caso de las «bombillas» de Dendera la imagen de la serpiente («filamento) dentro de un loto («casquillo») es en realidad la representación del dios Horus-Sema-tauy (Horus de las Dos Tierras) en su concepción, esto es antes de nacer y convertirse en halcón. No hay más que leer los textos para saberlo.
Así, para el relieve de Dendera, las dos figuras enfrentadas bien podrían representar una alegoría de estas dos partes geográficas de Egipto, muy parecido a la representación del Sema-Taui, que aparece en los laterales de los asientos reales en época faraónica. Todo ello regado, lógicamente, con el embadurnado mitológico correspondiente a la época ptolemaica. Por su parte, la serpiente ondulante, aparece en época faraónica en algunas representaciones relivarias en el interior de pequeñas capillas, muchas veces acompañadas de una divinidad, tal y como vemos en un relieve inacabado de la tumba de Horemheb en Sakkara o en la escultura dedicada por Amenofis III a Harkhentkhtal en el templo de Athribie y que actualmente se conserva en el Museo Egipcio de El Cairo (nº469).
Pero no son las únicas «bombillas». En el templo de Horus en Edfu, otro de los lugares sagrados del antiguo Egipto, llama la atención sobre parte de sus imágenes diciendo: «Los constructores de Edfu, algo más tardíos que los del templo de Hathor, convirtieron la detallada «berenjena-bombilla» de Dendera en un nuevo jeroglífico, simplificando sus trazos y reduciéndolo a una flor de loto de la que sale una serpiente, y se cubre con una especie de campana transparente.» Estos ejemplos son más similares, incluso, a los jeroglíficos ptolemaicos antes descritos. En el templo de Edfu únicamente varía la forma de la campana, la cual tiene los lados rectos y no curvos, apareciendo libre de «cables» y «baterías». También es diferente la forma en que aparecen en el relieve ya que no se integran en ninguna escena, sino que lo hacen siguiendo el desarrollo del texto.
La explicación tradicional que identifica las capillas con una alegoría de la creación es anacrónica si la cotejamos con el significado real de los jeroglíficos en época ptolemaica. Por otra parte, si bien parece que la teoría de Krassa es errónea, puede que tampoco esté muy lejos de la verdad. Y es que, después de ver los extraños relieves de Dendera, no deja de ser intrigante el hecho de que cuando el libro del Am-duat describe el periplo del disco solar en su camino por el Inframundo, el texto señale que Re es iluminado por doce diosas serpientes…
La singularidad y originalidad de los relieves representados en las paredes de la cripta de Dendera abren la puerta a cualquier interpretación.
Conclusión
Llegados a este punto, seguimos sin saber cómo se iluminaban en el interior de las tumbas. No es una afirmación gratuita. Egiptólogos como Kent Weeks, director del Theban Mapping Project que lleva más de cuatro décadas trabajando en Luxor, me lo reconoce sin rubor.
Por ahora, solamente sabemos cómo no lo hicieron: con bombillas. Cuando Krassa lanzó esa teoría, las bombillas que había en el mercado eran de casquillo y filamento. Hoy ya no son así. ¿Usaban los egipcios nuestras bombillas primitivas? Es absurdo. Una prueba más de que no podemos buscar en nuestra realidad cultural paralelos para encontrar la solución a los enigmas del pasado. Ellos fueron más inteligentes que nosotros y así lo tenemos que entender. Lo hicieron de una forma que ahora se nos escapa.
© Nacho Ares 2014