Publicado en Revista de Arqueología, nº329, 2008
La vida diaria en un museo va más allá de la emisión de entradas y control de las salas para que los turistas no comentan excesos con algunas piezas. Además de la complicada tarea administrativa, hay espacios de trabajo como los almacenes o las salas de restauración en donde se desarrolla una tarea trepidante. En esta ocasión nos hemos acercado al Museo Egipcio de El Cairo para conocer cómo trabajan en el laboratorio por donde pasan algunas de las piezas más emblemáticas de la historia de los faraones..
Cualquier amante de la egiptología conocerá una triste anécdota que, por desgracia, dio la vuelta al mundo gracias a un documental de la BBC en el año 1992. En aquella ocasión, con motivo del aniversario del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, la compañía televisiva británica realizó cinco programas en donde se contaba la historia del descubrimiento realizado por Howard Carter en 1922 y cómo esas piezas, se exponían en las salas del Museo cairota. En uno de los episodios, el presentador del mismo, el historiador inglés Christopher Frayling, visitaba las salas de restauración del Museo. En una de ellas, una joven estaba tratando de consolidar la barbilla del famoso maniquí de Tutankhamón, hoy en la exposición itinerante de los tesoros de este faraón que desde Londres (RdA 320) en pocos meses volverá a los Estados Unidos. Pues bien, la joven delante de las cámaras, con la voz en off de una de las encargadas de la sala que afirmaba que en el Museo contaban con los mejores restauradores del mundo, hacía más daño al maniquí que el que el tiempo le había hecho en casi 3.400 años.
No entraremos en detalles, pero, por suerte, este proceso se ha invertido y podemos decir que el Museo de El Cairo cuenta efectivamente con un grupo nutrido de expertos que cuidan las piezas como se merecen y desarrollan un trabajo de consolidación o restauración realmente magnífico. Así lo hemos demostrado por nosotros
mismos visitando varios de los laboratorios de la mano de sus encargados. Las instalaciones son idóneas para este tipo de trabajos. Los laboratorios están iluminados, perfectamente ventilados y con temperatura controlada. Algo muy alejado de las viejas salas que conocimos hace años en donde todo era oscuridad y calor.
La jefa de todos los laboratorios es la Dra. Hoda Abd El-Hamid. Junto a ella, varios profesionales de excepción vienen realizando en los últimos años un gran trabajo con la ayuda de varias instituciones internacionales.
Entre estos expertos está la Dra. Elham Abdelrraman. Ella es quien nos cuenta cómo es el trabajo diario en el laboratorio. “En cada departamento del Museo hay personas especializadas en la conservación de las piezas. Cuando hay problemas con una de ellas se ponen en contacto con nosotros, sea la pieza que sea y del periodo que sea, y es traída al laboratorio. Aquí se realizan todos los trabajos necesarios. Los departamentos están, de alguna forma, interconectados. Vamos hasta la sala, vemos primero la pieza in situ, hacemos una primera valoración ocular y luego, si lo creemos oportuno, abrimos la vitrina y extraemos la pieza para ser trasladada al laboratorio.”
En otra ocasión, la Dra. Wafaa El-Saddik (ver entrevista en el recuadro) ya nos puso en conocimiento que este proceso requiere de un protocolo muy sistematizado. Si una pieza es movida por cualquier circunstancia, no solamente dentro del Museo sino también de su propia ubicación dentro de la vitrina, queda registrado inmediatamente en su ficha informática. En la vitrina queda depositada una etiqueta de papel con una fotografía de la pieza y la información que nos dice en dónde se encuentra en estos momentos (laboratorio, exposición itinerante, etcétera).
Uno de los grupos de piezas más importantes que ahora se trabajan en el laboratorio de restauración son los objetos hallados en la tumba del Valle de los Reyes perteneciente a Yuya y Tuya (KV46). En febrero de 1905 el americano Theodore Davis se topó con una de las pocas tumbas intactas del valle. “Ahora estamos trabajando en los ataúdes de esta tumba —continúa diciéndonos la Dra. Elham Abdelrraman—. Antes de empezar cualquier trabajo es imprescindible fotografiar absolutamente todo. Tener información de cada una de las partes de la pieza antes de comenzar el proceso de restauración es básico. No es éste el caso, pero en ocasiones las piezas llegan separadas y las fotografías son muy útiles para unir trozos de madera, cartonajes, etcétera, sin necesidad de estar manipulando directamente
las piezas. En el caso de los ataúdes de Yuya y Tuya que aquí tenemos, lo que hacemos a continuación es limpiar el polvo que pueda haber en la superficie dorada con una brocha. En ocasiones empleamos algún producto químico o simplemente alcohol para limpiar la superficie dorada de este ataúd. Una vez limpia la superficie empleamos los mejores productos del mercado para intentar reconstruir las partes dañadas. Por medio de microbalones, parafina, u otros métodos, creamos una superficie similar a la original que puede ser eliminada si se cree necesario en un futuro. Mucho de este trabajo se realiza en el ordenador más que sobre la pieza en sí misma. Hay algunos restauradores que prefieren trabajar primero con las fotografías en el ordenador antes de pasar a manipularla. Se trata de un trabajo lento y minucioso. Depende del estado de conservación del objeto pero es imposible decir qué número de semanas o meses puede llevar el trabajo de una pieza como las tapas doradas del ataúd de Yuya. Depende de si empieza por la cabeza o las piernas… pero en cualquier caso muchos meses.”
Colaboraciones internacionales
En estos momentos hay un equipo italiano trabajando en colaboración con los egipcios. Los expertos de este país europeo son verdaderos profesionales en el terreno de la restauración y la colaboración con los egipcios está dando frutos realmente espectaculares.
Subimos a un nivel superior del laboratorio en donde trabajan algunos colegas de la Dra. Elham Abdelrraman. Sobre una mesa reposa en el interior de una caja de madera una pieza realmente impresionante. Se trata de un enorme ushebti posiblemente de la dinastía XIX, de unos 30 centímetros de altura. Está realizado en piedra caliza y su ejecución es magnífica. Lamentablemente apareció en un estado de conservación muy precario. El agua y la sal habían creado infinidad de fracturas en la piedra, rompiendo la estatuilla funeraria en casi 150 partes. Un verdadero puzzle gigantescamente delicado que solo un verdadero artesano de la restauración es capaz de recomponer. “Empezamos uniendo las partes más grandes de la pieza —señala la Dra. Elham Abdelrraman—. Esto nos permite tener una idea general del conjunto. Luego colocamos las más pequeñas entre las grandes hasta lograr dar forma al total. Una vez recompuesto todo ya trabajamos con más detalle en la traducción de los textos que de forma más exhaustiva nos dará la información de la persona y la época.”
En una mesa cercana otra pieza espera su turno. En este caso es una escultura de madera muy dañada, rota en varias partes. “Al ser de mayor tamaño, lo que hacemos en casos como éste es hacer unos dibujos de cada una de las piezas. Se numeran y se encajan unas con otras. La cabeza, las manos, piernas, etc. Las piezas son trabajadas de forma independiente, fotografiadas, limpiadas, consolidadas y, finalmente, unidas unas con otras para completar el conjunto. En este caso la pieza es solamente de un material, pero hay otras más complicadas con varios materiales que necesitan una técnica diferente”.
El tesoro del laboratorio
La Dra. Elham Abdelrraman nos lleva a otro apartado del laboratorio en donde sobre una mesa descansa uno de los escudos de Tutankhamón aparecidos en su tumba (KV62) en el año 1922. “Como te comentaba, en este caso contamos con varios materiales. Por un lado tenemos madera dorada y, por otro, piel. Tenemos seis piezas que forman el escudo. Al igual que en otros casos, lo fotografiamos todo desde el principio, antes de ponernos a trabajar en la pieza. En este caso preferimos también hacer primero un dibujo para tener una idea del conjunto de nueve piezas y luego trabajar con ellas. Aunque hemos empleado microbalones para esta restauración, hay que señalar que normalmente preferimos usar los materiales originales como madera y piel. El resultado final tiene que permitirnos que la pieza no pierda su fuerza al reconstruir las partes dañadas, pero que éstas sean perfectamente identificables para que, en un futuro y si fuera necesario, se puedan eliminar los materiales nuevos añadidos y colocar en su lugar otros más idóneos.”
En la actualidad los italianos están realizando análisis de varias piezas. La idea es saber qué peligros corren los materiales y qué respuestas se pueden dar a las necesidades más inmediatas en la conservación de estos objetos. “En el laboratorio tenemos estos días la cabeza de Tutankhamón saliendo de una flor de loto. La semana próxima ya volverá a su vitrina. En este caso, el interés de los especialistas por esta pieza se centra en el estudio de los colores; saber su origen y cómo poder tratarlos en caso de que sea necesario. La cabeza en la actualidad está en buen estado de conservación y el hecho de que pase por el laboratorio es simplemente un gesto rutinario, más destinado a la investigación que a la recuperación de daños en sí”.
Trabajo con las momias
No lejos de allí, sobre unas mesas, nos encontramos con varias momias. Todas ellas están cubiertas con telas y protegidas dentro de unas bolsas especiales de plástico. Se trata de las momias de Yuya y Tuya, padres de la reina Tiyi, esposa de Amenofis III, y del faraón Ramsés V. El nuevo sistema de protección facilitará su estudio en unas condiciones óptimas. Nos lo explica el Dr. Moamen Othman, Conservador del Museo Egipcio, quien está encargado de trabajar con las momias reales. “Se trata de un nuevo método de conservación de momias. El proyecto en el que están enmarcadas éstas y otras momias reales del Museo está desarrollado por el Instituto Paul Getty y el propio Museo Egipcio de El Cairo. Comenzamos el pasado año 2007 y la idea es estudiar primero todas las momias reales y luego el resto de momias que se conservan en Egipto. Utilizamos una técnica denominada Oxygene Free Environment (Ambiente Libre de Oxígeno). Esto lo podemos conseguir de dos maneras, el sistema dinámico-estático y el sistema hermético. Este último es el que empleamos en las momias que hay en el Museo, gracias a la ayuda del Instituto Paul Getty. Con ello conseguimos conservar cualquier clase de objeto, ya sea una momia o no, que esté dentro de una vitrina hermética con gas inerte en la que no hay oxígeno. En estas nuevas bolsas que cubren las momias introducimos el mencionado gas inerte y solamente una concentración de oxígeno del 0,2. De esta forma garantizamos la no existencia de microorganismos que puedan dañar a la momia.”
Las momias de los suegros de Amenofis III yacen sobre las mencionadas mesas médicas en el laboratorio de restauración del Museo de El Cairo. El empleo de burbujas de plástico a modo de vitrinas es un método novedoso que permite mayor facilidad en el trabajo con los cuerpos. La momia es depositada en el interior de la burbuja. Para que el plástico no toque el cuerpo, se colocan tres anillos de plástico rígido en el interior que cubren la cabeza, el tórax y los pies. De esta forma, nos encontramos con una especie de ataúd plastificado en el que gracias a la función de una pequeña válvula, el ambiente interior de la burbuja está controlado en todo momento. “No es un método de conservación definitivo, solamente temporal —nos explica el Dr. Moamen Othman—. El tiempo máximo es de cinco años, después no resulta recomendable. Pero gracias a la válvula podemos manipular el ambiente interior acomodándolo a las necesidades de cada momento y saber cuánto oxígeno hay para regularlo siempre a un máximo de 0,2. Cuando el trabajo ya se ha realizado, la momia se deposita finalmente en una vitrina de cristal perfectamente cerrada de forma hermética en donde también controlamos el ambiente interior.”
No hay que confundir este proyecto de conservación con el estudio que se realizó a la momia de Tutankhamón hace pocos años y dada a conocer mundialmente por un documental de National Geographic Channel, con el famoso escáner, o el mismo trabajo que se hizo con la supuesta momia de la reina Hatshepsut, a la que se le sometió al mismo proceso. En esta ocasión lo que se busca es la conservación, única y exclusivamente, de los cuerpos. Otra parte del mismo viene dada por el estudio médico y forense de las momias en donde sí entra el trabajo con tomografía axial computerizada (TAC), estudios de ADN, etcétera. Como ya hemos comentado en otros artículos y noticias publicados en RdA, el nombre general del estudio es el de Proyecto de las Momias Reales de Egipto. “Aquí en el Museo contamos con casi 30 momias reales. En la actualidad hay 24 momias en exhibición en las dos salas de momias del primer piso del Museo y además hay otras 6 en los almacenes. Conozco la controversia que hay con algunas de ellas en relación a su posible errónea identificación —nos reconoce el Dr. Moamen Othman con una sonrisa—, sin embargo, ese trabajo va más allá de nuestra parte del proyecto, insisto, más relacionada con la conservación. Aquello linda las competencias de otros colegas. No obstante, es un tema apasionante que me interesa mucho. Yo no soy especialista en ello, pero lo sigo muy de cerca ya que abarca un lado propiamente arqueológico y otro histórico”.
El trabajo sigue en las salas de restauración del Museo de El Cairo. Durante nuestra charla con la Dra. Elham Abdelrraman y con el Dr. Moamen Othman, otros muchos expertos trabajaban minuciosamente en sus mesas sobre objetos increíbles. En sus manos está la delicada tarea de conservar para generaciones futuras uno de los legados arqueológicos más importantes de la Humanidad. No obstante, no olvidemos que de alguna forma nosotros como visitantes, tenemos también en nuestra mano la posibilidad de ayudar en su perpetuidad. Es triste bajar al Valle de los reyes y encontrarse con que hay varios turistas en las oficinas del inspector jefe del valle tramitando sus multas por haber realizado fotografías con flash en donde está totalmente prohibido. Cada vez las normas son más estrictas y el requisamiento de las cámaras, inmediato. Si todos ponemos de nuestra parte no sería necesario tener que tomar estas medidas.
© Nacho Ares 2008